DETRÁS DE LA SEGURIDAD…

En materia de ascensores (aun en tiempos de pandemia), detrás del concepto de seguridad abundan las buenas intenciones y escasean las mejores voluntades. Se repite el mismo discurso: que se pretende garantizar calidad y condiciones óptimas de funcionamiento de los aparatos, que se procuran los cuidados apropiados; que los usuarios son sujetos prevalentes de derecho respecto del servicio, que la prevención y los reaseguros por su integridad son prioritarios…Y así, sucesivamente.

¿Por qué, sin embargo, las decisiones sobre el mantenimiento de los equipos suelen contradecir tantos buenos propósitos?

¿Se apela siempre a empresas conservadoras responsables, debidamente acreditadas, y a profesionales y técnicos de alta cualificación?

¿En qué medida los cálculos mezquinos, en que se confunde gasto con inversión, determinan tal o cual elección?

¿Y qué del cumplimento de los seguros y la observancia de las normativas que regulan la actividad?

De las respuestas nadie está del todo seguro.