Ningún ascensor está exento de probables incidentes riesgosos. Pero estos han de incrementarse considerablemente toda vez que se combinen el uso inadecuado del elevador, por desconocimiento, torpeza o indolencia, y los errores en el mantenimiento, derivados de una conservación sin calificación técnica.
Es lo que suele ocurrir, por señalar algunas desventuras, cuando una persona queda atrapada en la cabina, o cae por el hueco, al fallar el mecanismo de las puertas, que se abren sin que el ascensor esté en el piso; para no hablar, por cierto, de si el equipo se deslizara o aumentara peligrosamente su velocidad.