INTENCIONES DE LAS QUE NO ESTAMOS SEGUROS

En materia de ascensores, detrás del concepto de seguridad abundan las consabidas buenas intenciones y escasean las mejores voluntades. Se dirá una y otra vez que se pretende garantizar calidad y condiciones óptimas de funcionamiento de los aparatos, que se procuran los cuidados apropiados; que los usuarios son sujetos prevalentes de derecho respecto del servicio, lo mismo que de las prevenciones y reaseguros por su integridad. Y así, sucesivamente…Sin embargo, las decisiones en orden al mantenimiento (y, llegado el caso, la modernización) de los equipos suelen contradecir tantos buenos propósitos.

¿Se apela siempre a empresas conservadoras responsables, debidamente acreditadas, y a profesionales especializados, de alta calificación técnica? ¿En qué medida los cálculos mezquinos, en que se confunde gasto con inversión, determinan tal o cual elección? ¿Y qué del cumplimento de los seguros y la observancia de las normativas que regulan la actividad? De las respuestas (que es como decir: de las proclamadas intenciones) nadie está del todo seguro…

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