Y bien: mencionemos sólo una parte relevante de lo que implica el mantenimiento de un ascensor: la verificación periódica del control de maniobras, de la máquina de tracción, frenos, seccionador trifásico, disyuntor, iluminación fija y de emergencia; cables de acero y amarres, mandos y señalizaciones; alarma, matafuegos, sistemas de seguridad y cerraduras electromecánicas; la lubricación de los elementos expuestos a rotación o fricción, la limpieza del cuarto de máquinas, del techo de la cabina y el fondo de pasadizo; el ensayo anual de accionamiento del sistema limitador de velocidad, de las distancias de puesta en marcha de interruptores y límites direccionales…
La enumeración podría ser interminable.
Mantener en buen estado un ascensor es una tarea harto compleja que no admite improvisaciones.
No es para cualquiera. Por lo contrario: requiere el oficio y el profesionalismo de conservadores idóneos.